El minimalismo es una tendencia estética del siglo XXI. La revolución industrial trajo consigo una concepción urbana y pragmática del arte y de la arquitectura. Ahora, no era importante que los edificios y las obras pictóricas mostraran una simbología barroca y abundante, sino que resultaba mucho más interesante la interpretación subjetiva de las cosas a partir de unos elementos simples y básicos, así como la utilidad final de dichos elementos. En el siglo XXI, esa tendencia minimalista sigue vigente, pero ha evolucionado y se ha fusionado con la estética digital. Hoy en día, el medio virtual lo impregna todo. Vivimos el cincuenta por ciento de nuestra vida de manera real, y el otro cincuenta en las redes sociales. Por tanto, nuestro sentido de la estética se ha transformado.
Las nuevas tendencias en diseño web muestran esto en todos los aspectos de un sitio web. Desde la usabilidad técnica, hasta el diseño estrictamente hablando. Es común que tanto las webs como las aplicaciones móviles presenten la simpleza legible de los fondos blancos y del juego cromático dual, sin caer en un recargado estilo multicolor o en el uso de entramado decorativo innecesario. No obstante, también apreciamos la virtud de lo cibernético utilizado como una estética pizpireta. Los azules electrónicos y las formas geométricas abstractas llenan, de manera secundaria, vacíos que el blanco no puede llenar. De ese modo, se fusionan el sentimiento práctico y la necesidad de rapidez que caracterizan a las generaciones actuales, con el renacimiento del futurismo.
El tiempo dirá qué tendencias estéticas seguirán empleándose en el diseño de webs y apps. Cuáles seguirán vigentes, y cuántas otras desaparecerán. Es fácil presuponer que esta tendencia hacia lo simple, hacia lo inmediato, seguirá creciendo; y el diseño, en todas sus formas, se prestará a que eso suceda. Nos encontramos en la era de internet como medio que, más que visible, es imaginado. Es abstracto, indefinido e indeterminado. La estética actual, por tanto, ha de ser un minimalismo abstracto, indefinido e indeterminado, y así seguirá siendo dentro de diez, veinte, e incluso tal vez cincuenta años. El futuro carece de forma.